Cuando se revisa la trayectoria artística de Paul Cézanne (1839-1906) se llega en poco tiempo a una conclusión básica: sin su obra no podría entenderse el arte contemporáneo. Y esta afirmación tiene un punto de curiosidad: Cézanne abandonó sus estudios de derecho para dedicarse a la pintura, pero pasó la mayor parte de su vida sin que nadie reparase en su labor. Vivió mucho tiempo en el sur de Francia y no fue hasta 1895 cuando se organizó una primera exposición importante de sus trabajos. A partir de ahí la crítica comenzaría a reconocer su aportación al arte pictórico, de manera que una nueva exposición en 1904 lo consagraría definitivamente como genio de la pintura y padre de las vanguardias que iban a caracterizar el siglo XX.
Cézanne atravesó un primer periodo impresionista, tras el cual, retirado en Aix-en-Provence, y asegurado su futuro por haber recibido una herencia, se concentra en la actividad pictórica, en la que da signos de enorme madurez. Aunque mantuvo algunas características propias de los impresionistas, como el interés por los paisajes y la pintura plenairista, se concentra en la simplificación de los volúmenes y en la yuxtaposición de los colores, asociando forma a color. Tiene cerca de casa una montaña, la de Sainte-Victoire, y la pinta compulsivamente más de setenta veces, en un afán de convertir a la naturaleza y a la vida misma en algo geometrizable. Para entonces su obra empieza a ser conocida y jóvenes pintores reivindicarían su estilo de pintar. Y fue así como el viejo artista que había vivido casi en el anonimato terminó sus días consagrado como genio de la pintura y como padre de los constructivistas, los cubistas, los fauvistas y otros movimientos.
Hoy nadie duda de su genialidad, pero cuando murió, Vicent Van Gogh (1853-1890) era casi un perfecto desconocido en el mundo de la pintura. Un hombre que había cambiado frecuentemente de ocupación: misionero entre mineros, comerciante, profesor, ayudante de un pastor protestante, librero y... pintor a duras penas, sobre todo desde 1880, cuando decide definitivamente dedicarse a la pintura.
En esos diez años que transcurren hasta su muerte Van Gogh pintó compulsivamente: casi 900 cuadros y más de 1000 dibujos. En medio de ello, la grave enfermedad psicológica que padecía se iba agravando progresivamente mientras su sostén corría a cargo de su hermano Theo.
Tras una estancia en París, el artista se trasladó al sur de Francia en 1888, buscando una paz y un sosiego que jamás alcanzaría. Pasó sus últimos meses en un sanatorio y, poco después de abandonarlo, en julio de 1890 decidió acabar con su vida, suicidándose de un disparo. Él mismo había escrito dos años antes que "quizás la muerte no es el asunto más grave en la vida de un pintor."
Incluido dentro de ese periodo que denominamos postimpresionismo, el estilo de Van Gogh es inclasificable en movimiento alguno por su elevada originalidad, apreciable sobre todo en la forma de emplear los colores y en el tipo de pincelada, inconfundible, al que suele recurrir. Su obra es un precedente directo para movimientos artísticos de la importancia del expresionismo, el simbolismo o el propio fauvismo.
Paul Gauguin.
Gauguin es el ejemplo que representa el mito del bohemio y del primitivismo. Él encarna la necesidad de unir arte y vida. Esta es una utopía presente en la vanguardia.
Su pintura tiene un gran componente ético. Gauguin rechaza la cultura de Occidente y abandona la civilización en pro de los pueblos primitivos. Rechaza lo académico, valora la máscara africana, el arte románico y todas aquellas tendencias que estaban fuera de lo habitual. Valora este tipo de arte no por lo que tiene de curioso y diferente, sino por su autenticidad. Ante todo busca el encontrarse a sí mismo, al refugiarse en mundos diferentes encuentra la paz. En cambio; otros han dicho que sólo viajó a Tahití en busca de mujeres mulatas y sexo.
En su primera etapa profesional, era agente de bolsa, desde 1874 empezó a compaginar su trabajo con el arte. En 1883 abandona definitivamente su carrera para dedicarse por completo al arte, abandonó a su familia y se refugió en la pintura.
Primero se movió en el Impresionismo, pero pronto evidenció un marcado antinaturalismo más sensible al poder evocador de los objetos y su carga emocional. Su pintura es casi un misticismo, ya que intenta desentrañar el sentido verdadero de la realidad. Es un pintor de contenidos, de enigmas del ser humano; él siempre se preguntó ¿Quiénes somos?, ¿Dónde vamos?.
Cuando se instala en Taití se familiarizaría con los indígenas e incluso tomó como compañera a una de ellas, se habituó a sus costumbres y se esforzó por comprender su religión.
En el plano artístico, se basó en los elementos del folclore de la isla, observando las cosas que veía e intentando ir más allá de ellas. Su paleta se enriqueció con colores puros y cálidos creando un vocabulario personal y un estilo lleno de simbolismo, cobrando gran fuerza expresiva. La luz pierde importancia a favor de la exaltación del color, principio en que se basa años después el fauvismo. La fascinación de sus cuadros radica en las amplias zonas de colores y en sus figuras grandes, contorneadas de manera nítida. Renuncia a la perspectiva, suprime el modelado y las sombras y la sensación de plano es igual que en las pinturas japonesas.
En La visión después del sermón (1888), el trazo de los objetos y los personajes los aísla entre sí. Utiliza colores vivos, nada realistas, simplifica los volúmenes y suprime las sombras y las gradaciones de color para crear una atmósfera ilusoria, donde a un grupo de mujeres, tras escuchar el sermón, se les aparecen Jacop y el ángel.
El Cristo amarillo, se inspira en los artistas medievales y en la estampa japonesa. Presenta un tema religioso con un grafismo extremadamente simplificado, enmascarando las formas en contornos oscuros.
En ambas escenas observamos el simbolismo fruto de las relaciones que entabló con poetas simbolistas, que tiende a otorgar a la obra un significado intelectual.
Gauguin sin dinero, después de vender su colección de pinturas impresionistas y cada vez más forzado por la necesidad de ganarse la vida ya que apenas vende sus obras, decide en 1891 irse a Tahití. Gauguin decía: "sólo quiero crear un arte sencillo. Para ello necesito empaparme de una naturaleza virgen,
Mujeres de Tahití; Dos mujeres tahitianas; ¿Cuándo te casas?; Nave, nave, ahora, son algunas de las obras donde capta la belleza de los paisajes y de las bellas muchachas.
Su obra maestra es la inmensa alegoría ¿De dónde venimos, qué somos, dónde vamos? Pintada inmediatamente antes de su intento de suicidio.
En Y el oro de sus cuerpos plasma un sentimiento trágico. Fascina la fuerza expresiva del color que influirá no sólo en el fauvismo y en Matisse, sino en el Expresionismo.
La obra de Gauguin abre nuevos horizontes estéticos en las generaciones posteriores, ejerciendo una poderosa influencia en el movimiento expresionista y fauvista.